THE ACT OF KILLING: DE LA BANALIDAD DEL MAL AL AÑO QUE VIVIMOS PELIGROSAMENTE

LA BANALIDAD DEL MAL

Fue en el año 1963 cuando la escritora y periodista Hanna Arendt escribió el libro Eichmann en Jerusalén, en el que acuñaba la célebre expresión banalidad del mal para referirse a cómo una persona aparentemente normal puede cometer actos atroces si el entorno lo propicia. En su caso, Arendt se centraba en el caso del criminal nazi Adolf Eichmann cuyo juicio había cubierto para un periódico norteamericano. Organizador de los trenes de la muerte del Holocausto, Eichmann se había escondido en Argentina tras la Segunda Guerra Mundial, donde vivió con identidad falsa hasta que fue reconocido por un judío alemán ciego cuya hija adolescente era amiga a su vez del hijo del fugado.

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Eichmann en sus buenos tiempos (izquierda) y en los nuestros (derecha)

Tras confirmar su identidad, el Mossad, el famoso y siniestramente eficaz servicio secreto israelí, lo secuestró y lo trasladó a Jerusalén, donde fue juzgado, condenado y ejecutado. Sin embargo, no fue lo novelesco de la historia lo que atrajo a Hanna Arendt, sino la justificación que el nazi hacía de sus crímenes: cumplía órdenes.

De hecho, en el juicio quedó patente que Eichmann no era especialmente antisemita, y que incluso estaba emparentado por sangre con los judíos. El bueno de Adolf (el nombre ya avisaba) arguyó que su labor genocida fue simplemente un trabajo que le habían encomendado y que el abordó de la mejor manera que supo. Lo hizo tan bien que incluso entró en conflicto con criminales de la talla de Himmler o Heydrich, que le reprocharon su exceso de celo cuando parecía evidente que la guerra ya estaba perdida (y como después se demostró probablemente ya estaban pensando en tratar de llegar a un acuerdo con los vencedores).

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Hanna Arendt con carita de: «a otro perro con ese hueso, amigo».

La frialdad burocrática con la que Eichmann afrontaba su labor genocida impresionó vivamente a la periodista, cuya expresión banalidad del mal generó apoyos, controversia e incluso un par de experimentos conductuales (uno de ellos, por cierto, citado por mi idolatrado Alan Moore en su V DE VENDETTA).

A lo largo del medio siglo que nos separa de la publicación de Eichmann en Jerusalén, muchos han ahondado en la exploración de los rincones más oscuros de la condición humana. A bote pronto, recuerdo la escalofriante -nunca mejor dicho- entrevista a THE ICEMAN, en la que un asesino de la Mafia narraba con inquebrantable aplomo cómo había matado a más de 200 personas y que fue emitida, cómo no, por la HBO.

Sin embargo, ha sido un reciente documental, THE ACT OF KILLING, el que puede suponer el trabajo definitivo rodado hasta la fecha sobre los asesinos normales.

EL AÑO QUE MATAMOS IMPUNEMENTE

Un par de años después de la publicación del libro de Arendt, Indonesia entró en uno de los periodos más oscuros de su historia y que en Occidente conocemos por un taquillazo, EL AÑO QUE VIVIMOS PELIGROSAMENTE, del australiano Peter Weir.

Previo de la emisión de «EL AÑO QUE VIVIMOS PELIGROSAMENTE» en la Sexta 3

La película de Weir contaba la historia de amor de Guy (Mel Gibson) y Jill (Sigourney Weaver) con el telón de fondo de la revuelta de Suharto contra Sukarno (sí, sé que es un lío, ahora voy a ello) y la música de VANGELIS, tal vez lo más recordado de la cinta junto con el Óscar para la travestida Linda Hunt.

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No seáis bordes. El óscar se lo dieron como mejor actriz secundaria. Y punto.

Lo que en la película funcionaba como un telón de fondo para la tórrida historia romántica, había sido en la realidad un genocidio de monstruosas proporciones. Sukarno, primer dirigente indonesio tras la independencia de los Países Bajos en 1946 fue derivando progresivamente hacia una “democracia dirigida” que le acercaba a los países del llamado Bloque Comunista, al tiempo que intentaba convertirse en referente y portavoz de los países no alineados o, entonces, del “Tercer Mundo”. Sus cinco mandamientos de buen gobierno se agruparon bajo el nombre genérico de Pancasila y se simbolizaron en elementos del escudo indonesio.

En un contexto como el de la Guerra Fría, la respuesta del bloque occidental no se hizo esperar, y un teniente coronel del que le separaba algo más que una letra, Suharto, tomó el poder en un proceso que se prolongó desde 1965 hasta 1967 y que concluyó en una dictadura de hedor fascistoide amparada por el ubicuo amigo americano (y británico, que también tienen su influencia en la zona).

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Una letra les separa. Eso y el blanco y negro, que se lo queda el que pierde ¡Faltaría más!

Pero como se suele decir, no se puede hacer una tortilla sin partir los huevos, y en Indonesia se pusieron a ello de forma literal. Las cifras del genocidio, como suele ocurrir en estos casos, varían bastante aunque se mueven entre los cien mil y los tres millones de muertos. Por supuesto, cualquier asesinato en masa que se precie requiere de verdugos y ejecutores entregados y entusiastas y en el caso indonesio, además de los consabidos militares, estos amables muchachos vieron nutridas sus filas por pandilleros y gángsteres de medio pelo, agrupados bajo el apodo preman, término derivado a su vez de vrijman (hombre libre en holandés), lo que no deja de ser una curiosa paradoja. Con los años esta alegre chavalería se agrupó bajo el paraguas de una organización que, echando de nuevo mano de una ironía finísima, pasó a llamarse “Juventud Pancasila” en honor a los principios del ya difunto Sukarno. Con todo, el círculo no se cerró totalmente hasta que la hija del depuesto Sukarno llegó al poder bajo la atenta mirada del ya anciano Suharto en el año 2001, aunque solo duró una legislatura, claro está.

EL ACTO DE MATAR COMO SALVAJES

Fue más o menos por los años de gobierno de la hija de Sukarno cuando un joven director norteamericano, Joshua Oppenheimer, fue a Indonesia a rodar un documental que con el título The Goblalisation Tapes exploraba la jugosa relación entre globalización, daño al medio ambiente y explotación laboral. Fueron precisamente los trabajadores indonesios los que, aterrados ante su sugerencia de que fundaran un sindicato, le pusieran sobre antecedentes del genocidio de 1965.

Y habló con los genocidas. Y decidió hacer un documental sobre ellos.

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Genocidas indonesian style. El color rosa es opcional.

Cuando uno ve THE ACT OF KILLING entiende la fascinación que debió sentir el joven director (y posteriormente el mítico director/productor Werner Herzog, que financió el proyecto) hacia este curioso ramillete de tarados y sádicos que se jactan abiertamente de haber matado a centenares de compatriotas con sus propias manos. Como si desearan llevar la banalidad del mal a su extremo más delirante, los asesinos se pueden sacrificar psicológicamente por la relación que tienen con los crímenes del pasado y sobre todo… por su nivel intelectual.

Tenemos los lacayos, los sicarios que no se plantean la vida más allá del momento y cuyo mayor mérito reside en hacer lo que les ordenan sin preguntar. Destaca poderosamente el tan recio como necio ayudante del protagonista del documental, con una marcada tendencia al travestismo y cuya candidatura al parlamento indonesio proporciona algunos de los momentos más bizarros de la película. Y eso es MUCHO decir.

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No es una rave de mañaneo, sino unos amables genocidas interiorizando su función de turba.

Estos tipos mataron, violaron y extorsionan (sí, en presente) sin ningún complejo ni rastro de culpa y, en ocasiones, ante la cámara. Carecen de imaginación para ponerse en el lugar de sus víctimas y si un señor con poder (o una figura paterna, ojo) les dice que empalen a su propia madre, lo llevarán a cabo con una sonrisa.

Después están los (plagiando la terminología de Marvin Harris) jefes, cabecillas y abusones. Se les identifica fácilmente porque en un momento u otro del metraje, haciendo alarde de una superior sagacidad, exponen sus dudas sobre la imagen que va a arrojar sobre sus acciones pasadas la grabación en curso. También se les reconoce porque a lo largo de los años han ido asumiendo posiciones de poder en la administración indonesia, y esto incluye ministros en activo y líderes de un grupo paramilitar que ronda los dos millones de miembros ahora mismo. Si los lacayos son peligrosos, éstos entran ya en la categoría de personificaciones del mal absoluto. Sin ánimo de destripar el contenido de THE ACT OF KILLING, sospecho que la media docena de psicópatas de este pelaje que aparecen en el documental podrían ingresar por méritos propios en la galería de monstruos del siglo XX. Con un apunte nada casual: podrían ser tus adorables vecinos (como Eichmann). Uno ya no mirará al estanquero de la misma manera.

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Genocidas vestidos de camuflaje. Sí, de negro y naranja. Con dos narices.

Pero ¿cómo consigues que un grupo de asesinos te cuenten con ese desparpajo sus crímenes? Bueno, hay varios factores que han contribuido a hacer posible THE ACT OF KILLING. El primero y principal, el que estos señores son y se sienten impunes. Ganaron su guerra y por lo tanto en estos 50 años su fama y riqueza no han hecho más que crecer, por lo que no tienen nada de lo que arrepentirse. Segundo, el joven Oppenheimer se la metió doblada y les aseguró que lo que se estaba rodando era una recreación de sus crímenes “desde el respeto y el cariño” y bajo su supervisión (filmación ésta oficial a los que pertenecen los disfraces bizarros y los momentos oníricos que pueblan el film). Sin embargo el director rodó MUCHO MÁS, y la magia del montaje ha hecho el resto.

Aunque el equipo de rodaje ha pagado su precio. Los títulos de crédito están plagados de “anonymous” porque muchos de sus integrantes han preferido ocultar sus nombres ante el temor a represalias, y el propio Oppenheimer ha admitido que la grabación fue un proceso doloroso que le acarreó terribles pesadillas durante mucho tiempo.

El esfuerzo ha tenido sin embargo su recompensa. La cinta ha recibido una magnífica acogida de crítica y público, y a mi parecer se ha convertido en referente de todos aquellos que deseen indagar en los aspectos más oscuros de eso que llamamos condición humana.

POSDATA.- Por supuesto, a nosotros en España todo esto nos resulta increíblemente lejano ¿os imagináis que aquí un militar, apoyado por paramilitares uniformados hubiera perpetrado un genocidio con millones de muertos y que sus responsables se hubieran tirado cuarenta años disfrutando al paso alegre de la paz? Y no solo eso ¿sino que incluso con la vuelta de la democracia no hubieran sido perseguidos y que sus herederos físicos e intelectuales volvieran a alcanzar el poder?

No, eso aquí no pasa.

 

BIBLIOGRAFÍA

CRÍTICA E HISTORIA DE LA FILMACIÓN DE THE ACT OF KILLING:

http://www.austinchronicle.com/screens/2013-08-09/making-a-killing/

http://www.femail.com.au/haji-anif-syamsul-arifin-and-sakhyan-asmara-the-act-of-killing.htm

 

ENTREVISTAS A OPPENHEIMER, HERZOG…

http://www.avclub.com/article/joshua-oppenheimer-and-werner-herzog-on-ithe-act-o-100900

http://www.villagevoice.com/2013-07-17/film/joshua-oppenheimer-on-the-act-of-killing/

http://www.insideindonesia.org/current-edition/an-interview-with-joshua-oppenheimer

 

REACCIONES INDONESIAS TRAS EL ESTRENO DEL FILM

http://www.thejakartapost.com/news/2012/09/15/actors-may-sue-director-lauded-film-pki-killings.html

http://www.thejakartapost.com/news/2012/09/30/1965-victims-protest-against-the-act-of-killing.html

http://www.insideindonesia.org/feature-editions/review-an-act-of-manipulation

http://www.thejakartaglobe.com/opinion/coming-to-grips-with-the-banality-of-mass-murder-in-indonesias-past/

TRUE DETECTIVE: ALAN MOORE, LOVECRAFT Y MUCHO MÁS

Ésta no pretende ser una guía de visionado exhaustiva de la exitosa serie de la HBO, ni mucho menos. De hecho, algo así requeriría un esfuerzo que va mucho más allá de estas páginas. Afortunadamente, muchos entusiastas se han lanzado a ello en la red, con resultados para todos los gustos (ver Bibliografía, al final).

No, nada de guías. Tan solo pretendo explicar cómo la extrañeza puede dar paso al reconocimiento, y de ahí a la franca admiración, para demostrar (que todavía hace falta a estas alturas) que los géneros tradicionalmente considerados menores como el horror, la fantasía o el comic de superhéroes pueden inspirar obras tan redondas como TRUE DETECTIVE.

Además, este trabajo es voluntariamente incompleto. En la ficción de la HBO hay referencias más o menos evidentes a autores como Stephen King, Grant Morrison, Cioran, Ligotti o la mismísima Biblia, y citando solo las más obvias. Los aspectos visuales o musicales quedan también más allá del alcance de este texto, aunque animo a quien lo desee a tirarse a la piscina y a empezar a atar cabos. Seguro que no quedará decepcionado. Sin embargo, he decidido centrarme en los dos autores cuya inspiración me ha parecido más directa y/o más curiosa, sobre todo desde el punto de vista del lector con inquietudes, digamos… frikis.

Creo que nos entendemos (guiño).

NOTA.- A partir de aquí, SPOILERS a tutiplén. Que no se diga que no he avisado ¿eh?

 

EN BUSCA DE MOORE

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Alan Moore con el traje de los domingos.

Empecé a mosquearme, me parece, por el capítulo 3. Como sabéis aquellos que la habéis visto, la serie está protagonizada por Matthew McConaughey (Rust Cohle) y Woody Harrelson (Marty Hart), y está repleta de conversaciones de carácter trascendental, situadas casi todas en el coche en el que se dirigen a los diferentes escenarios de sus investigaciones. Tras una de las brillantes y psicodélicas reflexiones del bueno de Matthew pensé: “me recuerdan a los personajes de Watchmen”. Era más una intuición que un pensamiento consciente. No tenía claro todavía a cuáles, pero había algo en los dos detectives que me resultaba poderosamente familiar (en esa temprana ocasión me vino a la mente, no sé por qué, El Comediante, pero posteriormente imaginé más adecuados a Rorschach y Búho Nocturno).

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Búho Nocturno y Rorschach, otro par de dos.

Al escuchar una línea de guión puesta en boca del malo (Errol Childress/Glenn Fleshler) se me volvieron a disparar las alarmas. En un momento determinado el criminal asegura como de pasada que está preparando su ascensión, un detalle que me hizo consultar otra obra magna de Moore: FROM HELL. En ella y con palabras prácticamente iguales, Jack (sí, Jack, el de toda la vida, El Que Va Por Partes) se expresaba en esos términos al preparar su último y más brutal asesinato, el que le llevaría “al otro lado del umbral” en una catarsis que parece un lugar común entre un tipo muy sofisticado de asesinos en serie. Esto al parecer está confirmado por los estudios del propio FBI.

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Llámale Ascensión o llámale tripi, casi que viene a ser lo mismo.

El mosqueo se convirtió en certeza en el último episodio y curiosamente gracias a un detalle que parece haber pasado desapercibido a la mayoría de los fanáticos que pueblan la red. En un determinado momento, el asesino mata a su propio perro de una cuchillada en la cabeza. Es una muerte fuera de plano, y el cadáver solo se ve de refilón, pero si uno se fija se aprecia un tajo limpio y vertical en la cabeza del animal que prácticamente la divide en dos partes.

Sí, como el que mata Rorscharch en la famosa secuencia muda de WATCHMEN en la que (¡oh, casualidad!) el vigilante enmascarado persigue a un asesino pedófilo. Incluso la raza del perro coincide: un pastor alemán.

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Una bonita mariposa. Yo me entiendo.

Pero no contento con eso, el guionista único de la serie, Nic Pizzolatto, despeja cualquier duda con las últimas frases de la serie, prácticamente un calco de un también famoso diálogo de otro cómic de Moore: TOP TEN. Similitud ésta que, por obvia, sí que ha sido ampliamente reseñada por varios blogueros.

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A veces la diferencia entre plagio y homenaje es TAN difusa…

No dejamos TOP TEN. En esta ficción superheroica hay también un personaje cuyo poder principal se basa en la sinestesia… sí, ese curioso desorden sensorial que afecta a Cohle por sus escarceos con las drogas. Como veis, la suma de tantas “casualidades” nos acaban convenciendo de que no lo son tanto.

Terminada la serie y con un saludable shock en el cuerpo (con homenaje y todo, a mí sí que me gustó el final), seguí dándole vueltas al asunto Pizcolatto/Moore, y acabé encontrando similitudes más sutiles, casi de tono.

Por ejemplo, la psicología de los personajes les convierte en arquetipos tan diferentes como complementarios, como si cada uno representara visiones del comportamiento humano que, siendo diferentes, pudieran pertenecer a una misma persona. Dos partes que, unidas, crean un todo completo, mayor y perfecto.

Hay más: el gusto por los momentos definitorios, por las epifanías… situaciones muy concretas que de repente se transforman en símbolos de algo mucho más importante y que marcan un antes y un después para el personaje en cuestión (el bebé vuelta y vuelta en el microondas, por ejemplo).

Además, la proverbial minuciosidad de Moore tiene su espejo en la de Pizcolatto. No es casualidad que las obras de ambos soporten tantas relecturas y análisis pormenorizados: ambos están convencidos de que el Diablo está en los detalles.

Y la obsesión por Nietszche, claro. El Eterno Retorno (las espirales), el existencialismo rampante de Rust Cohle e incluso su misma condición de superhombre (hay que ver las cosas que es capaz de hacer este chico, pelea tan bien como razona) fortalecen todavía más los vínculos con la obra de Moore.

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Un bonito collage rompecuellos.

Pero dejemos a Moore (en realidad no del todo, ya veréis) y pasemos al otro gran referente freak de TRUE DETECTIVE: Lovecraft y la corte de escritores que le precedieron y sucedieron en la literatura de horror contemporáneo y que tanta influencia han tenido en la práctica totalidad de manifestaciones artísticas del siglo XX.

BAJO LA SOMBRA DEL SOLITARIO DE PROVIDENCE

Curiosamente, las referencias a Lovecraft no son tan directas como en el caso de Moore. Su influencia se manifiesta más como un runrún soterrado, un toque gélido en la médula espinal. En TRUE DETECTIVE hay sacrificios de inspiración ancestral mediante los que los asesinos rituales buscan la comunión con entes primigenios y extradimensionales y, sobre todo en los últimos capítulos, una sensación descarnada de horror, de vértigo ante el vacío, de indefensión, que entroncan directamente con la tradición lovecraftiana.

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Aquí Lovecraft con unos amigos. Con sus únicos amigos.

Por supuesto, todo está relacionado. El propio Moore homenajeó a Lovecraft en dos especiales de más o menos reciente publicación: THE COURTYARD y EL NEONOMICÓN. Precisamente, uno de los personajes principales de THE COURTYARD, un joven que esconde la parte inferior de su cara tras un pañuelo, responde al nombre de Johnny Carcosa ¿Qué hay bajo ese pañuelo? ¿Cicatrices similares a las de Childress? ¿O tentáculos a lo Cthulhu? Para rizar más el rizo, una niña confunde esas cicatrices con espaguetis y así se muestran en un retrato robot. El círculo se cierra.

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Como con Cthulhu, la clave está bajo la nariz

En el guión de Pizzcolatto Carcosa es un lugar terrible sito en unos túneles abandonados y que el asesino ha convertido en su sancta santorum y hogar del tenebroso Rey Amarillo. Ambos conceptos hacen referencia a una obra de finales del siglo XIX, THE KING IN YELLOW (Hastur para los amigos), de uno de los escritores más admirados por Lovecraft, Robert William Chambers, que a su vez tomó prestado el nombre de Carcosa de un relato corto de otro gran maldito, Ambrose Bierce.

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¡Todos conmigo! Amarillo… el monarca es, el monarca es… (Beatles cover)

Finalmente, y aunque tal vez un pelín forzado, hay quien ha querido ver en el plano de presentación de otro nefasto personaje, el enloquecido Ledoux, un parecido con el mismísimo durmiente de R’lyeh. Sin negar una posible influencia inconsciente, en este caso el propio Pizcolatto ha asegurado que tenía más en mente al pintor flamenco El Bosco o al Doctor della Peste.

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Parecidos razonables. O no.

No me puedo resistir a añadir una de mi cosecha, como la del perro con la cabeza partida: ¿soy el único que ha visto un cameo del viejo Azathoth en el momento cumbre del último episodio? (guiño)

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Yo para desayunar quiero lo mismo que Cohle.

LINKS

Referencias literarias de TRUE DETECTIVE:

http://makingofezine.com/2014/03/13/8-libros-y-comics-que-leer-tras-true-detective/

5 literary allusions to make you love the ‘True Detective’ finale even more

http://www.buzzfeed.com/lincolnmichel/a-true-detective-reading-list

http://fluctuat.premiere.fr/Tele/News/Le-Roi-en-Jaune-Carcosa-The-Lawnmower-man-Lovecraft-les-references-litteraires-de-True-Detective-3968344

http://elpais.com/elpais/2014/03/10/icon/1394461497_812903.html

RIZANDO EL RIZO: RAREZAS Y DELIRIOS RELACIONADOS CON LA SERIE

1- Análisis de los títulos de crédito:

What secrets lie in the opening credits of ‘True Detective’?

2- Análisis de los tatuajes de Ledoux (incluyen referencia a Hastur, uno de los primigenios de Lovecraft, heredado a su vez de la obra EL REY AMARILLO, de Chambers):

Your Guide To The Meaning Behind Reggie Ledoux’s Tattoos On ‘True Detective’

3- Atando cabos y detalles que pueden haber pasado desapercibidos:

4- Curiosidades varias, incluyendo el cameo del guionista y alma mater de la serie, Nic Pizcolatto:

http://yonomeaburro.blogspot.com.es/2014/02/true-detective-hbo-curiosidades-claves.html

5- Un glosario. Ahí es nada:

http://www.vulture.com/2014/03/true-detective-glossary.html